El diseño corre a cargo de Giancarlo Zema y cuesta nada menos que 2.5 millones de dólares. La estructura está hecha de plástico reforzado con fibra de vidrio, además de materiales acrílicos para la bóveda inferior. En total, mide 10 metros de alto por 15 de diámetro, y está compuesta por cinco plantas distintas
No son casas de cine, pero casi. La excentricidad de estos hogares lujosos y futuristas radica en que se esconden, parcial o totalmente, debajo de la superficie, ya sea la del mar, caso del Jelly-Fish 45, o la de la propia tierra, como sucede con los silos de misiles reconvertidos de Missile Bases. Dudamos que el Gobierno vaya a subvencionar el alquiler de estas viviendas.
Jellyfish significa -medusa- en inglés. De ahí el nombre y la forma de esta vivienda anfibia, que recuerda mucho a algunos hoteles subacuáticos. En total, mide 10 metros de alto por 15 de diámetro, y está compuesta por cinco plantas distintas, conectadas por una escalera central con forma de espiral.
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